Se avecina un otoño rojo. Rojo por la sangre que se va a derramar en las calles de los/as trabajadores que se manifestaran y lucharan para no perder lo poco que les han dejado.
Se presagia un Otoño de lucha, sangre, sudor y lagrimas como dijo churchill. Ya no es tiempo de dialogo y acuerdo, ya no es tiempo de negociación, sino de cambios profundos que garanticen un trabajo digno, que garanticen una sanidad y educación pública solidaria con "todos". Los consensos democráticos se han roto definitivamente. Los sacrificios de nuestros padres no han servido para garantizar el bienestar de sus hijos. Las personas que lo han perdido todo, saldrán a la calle a gritar su rabia y desesperación y lucharan para cambiar su estatus quo.
¡¡Las campanas tocan a lucha!!