Los dos se han visto de repente afectados, por esa terrible enfermedad del olvido y la ignorancia momentánea. O quizá sin padecer la enfermedad, se han puesto voluntariamente la mordaza. Lo que no saben o no quiere saber este dúo es que las mordazas; de tela, de hierro e incluso de cemento; con el agua, la lluvia y el viento se desquebrajan.
Vergüenza ajena..
Vergüenza ajena..